Dejé de ser católico hace unos años. Tengo una imagen. Iba caminado con mis viejos en estas "vía crucis" de la religión apostólica romana, y cargaba una vela encendida y la esperma cubría toda mi mano. Me gustaba, como que me quemaba pero después ni dolía. Se veía choro, como rudo. Tenía no sé, 10 años. Mi madre me dice "Francisco y eso no te duele". Yo la miro y le dijo "Jesús tuvo que haber sufrido más".
Opio, tabaco indio, vino, humo y prostitutas en una taverna. No suena una mala combinación. Si lo ponemos dentro de la vida de un carpintero que trabaja todo el día y una noche sale a emborracharse, no suena mal.
Hace 1982 años atrás…
Yashua está ebrio. Está casi sentado en el piso, apoyado en una muralla hecha de tierra. Ve la luna con sus ojos desorbitados. La luz que le llega lo ilumina entero. Lleva una vasija a su boca morada, da otro gran trago. Sonríe.
Una hora antes estaba bajo la sombra de una calle, besando y tocando el cuerpo de una prostituta un año mayor que él. Se dicen cosas al oído, tambalean, ríen. Ella le dice "yo sé quien eres" y él tira su cabeza hacia atrás, cierras los ojos y mira al cielo iluminado. Como si agradeciera. Mientras abraza a su mujer, la aprieta a su cuerpo. Va a su cuello y lo besa y ríen pero él no le no le responde nada.
Yashua entró en el lugar y la vio. No le quitó la vista de encima hasta que ella se acercó.
Dejaron la sombra de la callejuela en donde estaban y corrieron a la luz de un mirador muy alto. Encontraron el silencio que buscaban. Sentados en el piso beben. Hasta que él la besa. Ella apoya su espalda en la tierra y con sus piernas abraza la cintura de su compañero. Acto inmediato, él la deja sin ropa. Se besan mucho. Ella lo deja desnudo. Él la penetra y ella le toma su cara.
Acaban y ambos quedan mirando el cielo, desnudos, riendo. Caminan de regreso. Abrazados. Tocan sus manos. Ambos con una sonrisa van mirando el piso. Yashua se detiene en seco, saca de su cinturón una bolsa de cuero que abre y da vuelta en su mano para deja caer unas monedas. Serio le dice "te doy todo lo que tengo" y estira su mano hacia ella. María las rechaza. Se acerca al oído y le dice "sólo regresa a verme". Los ojos de Yashua se abren, sobrios, sonriente la besa. Sus manos se despegan, pero sus miradas no. Uno de ellos gira y se dejan de ver.
Yashua camina lento a su casa, donde lo espera su madre. Todavía le queda algo de vino, pero ni eso le importa. Se siente liviano, completo, feliz. Nunca había sentido algo así. Amor. Se detiene. Con sus ojos cerrados mira al cielo. Su boca es una sonrisa cerrada. Se apoya en una muralla y se deja caer hasta quedar en cunclillas.
A lo largo de la historia de la tierra y de las sociedades y sus respectivas culturas, han definido a Dios como: el sol, la tierra, una persona, etcétera.
Para mí Dios es todo. Está en todo, queramos o no. Lo sientan o no. Es eso que anima todo el universo y va dando y quitando su energía por la crónica de la vida y la muerte.
Cómo explicarlo. Abandoné toda imagen predispuesta en mi cabeza sobre la idea de Dios. Las eliminé y partí de cero. Un viaje caótico. Mil preguntas, una respuesta.
Para mí Dios es todo. Está en todo, queramos o no. Lo sientan o no. Es eso que anima todo el universo y va dando y quitando su energía por la crónica de la vida y la muerte.
Cómo explicarlo. Abandoné toda imagen predispuesta en mi cabeza sobre la idea de Dios. Las eliminé y partí de cero. Un viaje caótico. Mil preguntas, una respuesta.
Opio, tabaco indio, vino, humo y prostitutas en una taverna. No suena una mala combinación. Si lo ponemos dentro de la vida de un carpintero que trabaja todo el día y una noche sale a emborracharse, no suena mal.
Hace 1982 años atrás…
Yashua está ebrio. Está casi sentado en el piso, apoyado en una muralla hecha de tierra. Ve la luna con sus ojos desorbitados. La luz que le llega lo ilumina entero. Lleva una vasija a su boca morada, da otro gran trago. Sonríe.
Una hora antes estaba bajo la sombra de una calle, besando y tocando el cuerpo de una prostituta un año mayor que él. Se dicen cosas al oído, tambalean, ríen. Ella le dice "yo sé quien eres" y él tira su cabeza hacia atrás, cierras los ojos y mira al cielo iluminado. Como si agradeciera. Mientras abraza a su mujer, la aprieta a su cuerpo. Va a su cuello y lo besa y ríen pero él no le no le responde nada.
Yashua entró en el lugar y la vio. No le quitó la vista de encima hasta que ella se acercó.
Dejaron la sombra de la callejuela en donde estaban y corrieron a la luz de un mirador muy alto. Encontraron el silencio que buscaban. Sentados en el piso beben. Hasta que él la besa. Ella apoya su espalda en la tierra y con sus piernas abraza la cintura de su compañero. Acto inmediato, él la deja sin ropa. Se besan mucho. Ella lo deja desnudo. Él la penetra y ella le toma su cara.
Acaban y ambos quedan mirando el cielo, desnudos, riendo. Caminan de regreso. Abrazados. Tocan sus manos. Ambos con una sonrisa van mirando el piso. Yashua se detiene en seco, saca de su cinturón una bolsa de cuero que abre y da vuelta en su mano para deja caer unas monedas. Serio le dice "te doy todo lo que tengo" y estira su mano hacia ella. María las rechaza. Se acerca al oído y le dice "sólo regresa a verme". Los ojos de Yashua se abren, sobrios, sonriente la besa. Sus manos se despegan, pero sus miradas no. Uno de ellos gira y se dejan de ver.
Yashua camina lento a su casa, donde lo espera su madre. Todavía le queda algo de vino, pero ni eso le importa. Se siente liviano, completo, feliz. Nunca había sentido algo así. Amor. Se detiene. Con sus ojos cerrados mira al cielo. Su boca es una sonrisa cerrada. Se apoya en una muralla y se deja caer hasta quedar en cunclillas.