miércoles, 20 de octubre de 2010

Yo voy

Soy muchas cosas. Soy: amigo, hijo, hermano, primo, estudiante, onda. Soy fiel y me entrego fácil. La confianza en mí no se gana, sólo se pierde. He sido momentos, errores, pero uno no es una noche, ni una acción. Sé pedir disculpas. Sé aceptarlas también. Soy palabras que buscan acertar mis actos. Soy un obsevador neto. Digo y hablo cuésteme lo que me cueste. Así sé cuando acierto. Busco. Espero. Avanzo. Soy paciente. Pienso. Me proyecto. Es inevitable. Sueño a diario. Emprendo a diario un viaje hermoso en micro, de la u a mi casa ida y vuelta. Vivo. Charlo, me gusta y escribo. Recuerdo lo bueno y agradezco lo malo si en algún minuto lo fue. Soy sincero, claro. Fui, soy y seré padre, niño de nuevo, profesor de la vida. Enseñaré. Seré el constructor de mi casa. Seré quien acompañe el despertar de esa sonrisa . Tus palabras son ciertas. Soy el amante de la mujer. Soy la pasión en vida que está regalando un cielo a quien lo tome. Soy olfato, intuición. Soy amante y soy el amor sin razones. Soy posesivo, pero me gusta aún más que me posean. Soy un pensador, un calculador que está imitando el agua bajar. Voy a llegar al mar. Soy celoso. Me voy. Tengo que aprender de eso.  Había olvidado qué era sentir celo. Soy ideas. Soy futuro. Soy un proyecto que improvisa con el acierto que mi mente y pecho avisa. Cuerpo y mente en línea. Delicado. Soy libre. Soy feliz por lo que tengo y por todo lo que tendré. Amo y me gusta ver a la gente bien. Soy verdadero. Me gusta ayudar. Me gusta sacar una sonrisa. Me gusta mirar el cielo y sentir que amo sin tener. Me derrumba que no me creas. Pero más que mientan. Agacho la cabeza sólo para volver a levantarla. Soy quien sabe que la vida me va entregar todo lo quiero, siento y pido. Yo. Vibro con el medio día. Soy quien venció las dudas y el espíritu se claró y avanzó hacia adelante. Olvidé qué era la tristeza. Soy quien vibra con la música o con algún gesto que me dejaste en el día. Sonrío solo. Soy a quien no conoces ni un poco y por ahora no hay por qué. Profundo. La vida me deslumbra y no me canso de que lo haga. Sin miedos. ¿Hay por qué tenerlos? Ser perfecto como el Universo. Dinámico. Sin topes. Hay que creer. Arriesgar. Qué importa. Quiero algo inmenso  y  tengo que entregar todo lo que soy para recibir lo mismo y/o algo más hermoso que palpar un sueño. Pero. Hoy. Hoy mismo. Quiero que siga todo tal cual como está. Porque así está bien. Así me gusta.



sábado, 9 de octubre de 2010

The Beatles - Oh! Darling

Oh! Darling, please believe me
I'll never do you no harm
Believe me when I tell you
I'll never do you no harm

Oh! Darling, if you leave me
I'll never make it alone
Believe me when I beg you
Don't ever leave me alone

When you told me you didn't need me anymore
Well you know I nearly broke down and cried
When you told me you didn't need me anymore
Well you know I nearly broke down and died

Oh! Darling, if you leave me
I'll never make it alone
Believe me when I tell you
I'll never do you no harm

When you told me you didn't need me anymore
Well you know I nearly broke down and cried
When you told me you didn't need me anymore
Well you know I nearly broke down and died

Oh! Darling, please believe me
I'll never let you down
Believe me when I tell you
I'll never do you no harm



dedicated

JOHN LENNON

ES INEVITABLE PENSAR QUE ESTARÍAS HOY ACÁ, TOCANDO, ENCANTÁNDONOS CON TU PRECENCIA Y TU MENTE, TU IMAGINACIÓN, TU VOZ. GRACIAS LENNON, AFLORAS EN MÍ UNA EMOSIÓN QUE POCAS VECES SIENTO Y CUANDO TE RECUERDO ME DAN GANAS DE LLORAR, Y NO DE PENA PORQUE NO ESTÉS, SINO DE FELICIDAD. SIEMPRE ESTARÁS. FELIZ CUMPLEAÑOS NÚMERO SETENTA.

jueves, 7 de octubre de 2010

Casa Blanca

Repetí segundo Básico. Me "hicieron repetir" en el Luis Campino, pero me cambié a otro colegio: Casa Blanca. Recuerdo estar en prueba de inglés, todos metidos en el control, concentrados, en silencio, y yo mirando todo, distraído, mirando para el lado, viendo qué hacía el otro. En la prueba, había dos columnas: una con palabras en inglés y otra con palabras en español. Había que juntar con una línea las dos palabras con el mismo significado. Como no sabía nada, me puse a copiar. Miraba de donde salían las líneas y veía a donde terminaban y así. Mis notas era: 1, 1, 1, 7, 1, 7, 7, 1, 7. Mis profesores notaron la extrañeza y un día, en una prueba, mi profesora me sacó adelante y tuve que hacer la prueba de rodillas, apoyando la prueba en una silla, frente a todo el curso. Me saqué un 1. 

De ahí, los tres hermanos, nos fuimos al colegio Casa Blanca. Era una casa pintada de color blanco y sus piezas eran las salas de clases. El colegio era de bajos recursos y barato, algo que en el mal tiempo que pasaron mis padres (económicamente) calzaba bien para continuar nuestra educación. El perfil: colegio para niños con déficit atencional, disléxicos, niños violentos y algunos con riego social. También había un niño en silla de ruedas con algún retraso mental. El colegio llegaba hasta 8 básico y mi hermano más grande iba ahí, le decían guagua por lo grande.

Vi de todo: peleas a combos y patadas en todo el hocico, guerra de piedras, cumplir apuestas como meter la  cabeza al waters por un ca-chi-pun y tirar la cadena. Vi a una persona llegar al colegio con los ojos morados, nariz rota y un par de puntos en la cara,  caminando por el medio del patio, con lentes. Tiempos de los piños y  el hip hop, rayar las calles y correr, sólo que a Maloni (su tag) lo pillaron y le sacaron las cresta en la calle. Una vez un loco desmayó a una mina con esa técnica de apretar una parte de la clavícula y la vi  caer al suelo, mientras otro grupo de locos se reían. Pero lo más impactante, fue ver como a un tal Donato, lo metía en una sala y le tiraban sillas en la cabeza, y todo porque le agarró el culo a la hermana de Murphy.

Una vez salí de clase y fue al baño, los grades le decían “el pantano”, y de hecho, en la fuente donde uno mea parado, estaba dibujado un pantano, con un cocodrilo que mostraba los ojos y la cola. Uno se entretenía mirando los dibujos mientras meaba. Cuando entro al baño, están dos compañeros de mi hermano grande y me saludan "buena guagua chico". Uno de los dos se llevó un pito a la boca. Yo sin saber de qué era ese olor, entré a hacer pipí. Miro la pared y hay una fila de personitas dibujadas a palitos, uno tras otro con el pico parado que se representaba por una pequeña raya. En el medio del trencito, uno que no tiene pico, sobre él una flecha y sobre la fecha el nombre o apodo escrito "el petaca", amigo de la familia que vemos hasta el día de hoy.

En mi curso estaba Javier Donoso, un chico problema, enojón, ritalín, violento. Tanto así, que un día le enterró un lápiz en la frente a un compañero. El lápiz le quedó colgando de la frente. Otro día, el mismo niño, le pegó una patada en la guata a la profesora Rosario, que tomó un curso más chico para soportar el estrés de estar embarazada. De hecho, el primer día de clase Siegfried, un volao, le estaba pegando a un compañero, a Javier, y salí en su defensa. El loco me pegó un par de patadas en la raja, hasta que llegó Rodrigo, un compañero de curso que debería ir en 4to y no e 2do, que le pegó un par de charchasos y así nos dejó tranquilos a todos. Toda una selva de bullying.

Otro igual

Hay una idea en la esfera, una teoría que dice que hay otra persona igual a ti en otra parte del mundo. 

A mí me tocó en la micro, en las amarillas, las viejas. Me subo. Pagó los 120 pesos. Camino por el pasillo hacia los asientos del final, cuando miro a un costado y una persona que estaba sentada me mira. Al tipo se le abrieron los ojos al  verme y no me despegó la vista sólo hasta que me sentara.

Nunca antes lo había visto, pero sí éramos muy parecidos. Tanto así que me alarmó pensar que había otra persona igual a mí y que me podían confundir con alguien más. Antes de que bajara, no lo quería mirar, pero estaba sorprendido y lo vi. Él estaba intranquilo, afirmado del timbre, cargando sus cosas miraba al techo, seguía el ritmo de algo con unos golpes del talón, me miraba de reojo cuando quitaba la vista.

Un metro setenta, pelo castaño claro cortito, gran frente con entradas, bigote con una barba de días, algo cachetón de boca chica y ojos cafés. Una nariz chica, redondita, bien formada. Hasta nos vestíamos parecidos, jeans y chaqueta de jeans, morral y zapatillas blancas. Aprieta el timbre, se abren las puertas y nos miramos, cada uno confirmando que vio a su doble en la misma micro y no espera llegar al carrete para contar "wn hoy día en la micro vi a un weón igual que a mí".

Gato sin nervios

Cuando era chico torturaba a mi gato. Se llamaba Telmo y su historia parte en la calle El Pillán en Las Condes. Una tarde noche, con mi hermano estábamos pelusiando el par de callejeros antes de ir a bañarse, comer y meterse al sobre, y escuchamos un miu que no sabíamos de dónde venía. 

Mi hermano pilló a un gatito chico, desnutrido, perdido. Ya en la casa, yo estaba acostado en el piso con la cabeza apoyada sobre un brazo, viendo al gato conocer el lugar. Hasta que se acercó a mí y me pegó un rascuño en el ojo. Desde ese día, supe que nos llevaríamos mal. 

Queríamos ponerle William Wallace pero no se le veían los coquitos y le pusimos Telma, "tratando" de copiarle el nombre a la gata amiga de Garfield, que se llamaba Mermal. Todos totalmente perdidos, después de un tiempo le salieron los cocos y no quedó más que llamarlo Telmo.

La cosa es que cuando el gato creció, lo colgaba del segundo piso, lo tiraba a los perros que pasaban por fuera de la casa. Una vez lo tiré a la piscina de plástico. Lo arrinconaba en la pieza de la nana y le pegaba almohadazos. Pero lo que más me entretenía, era sacarle los bigotes y metérselos en la nariz para verlo estornudar.

Después de un tiempo prolongado de tortura, o sea, de webiarlo una vez al día, Telmo se cagaba solito al  verme. De grande, supe que los bigotes del gato miden lo mismo que la cadera, y que los ocupan para medir los espacios: si pasa la cabeza del gato, también la cadera.

sábado, 2 de octubre de 2010

Pez de sangre fría

Tuve un pez naranjo. No me acuerdo del nombre. Creo que se llamaba PEZ. La cosa es que le gustaba saltar en su pecera. Quizás era como un acto de libertad para él. Quizás todas las noches planeaba un escapa perfecto y liberarse de la cárcel de cristal. O lo que es peor, se quería suicidar, ahogarse. "Adiós mundo, la vida en el agua con cloro no es vida, yo quiero vivir en el mar". Quién sabe lo que pensaba, sólo el pez.


Yo sabía que le gustaba saltar porque lo escuchaba cuando venía de vuelta al tacho. ¡Cluc! y caía perfecto. Más de una  vez me despertó. Una mañana me levanté a darle comida, pero el pez... ¡No estaba! Radié la pecera con la vista, como si no fuera más claro.


Miré debajo del mueble y he ahí posado, muerto el finado, tirado el cadáver, un cadáver de pez. Por lo menos no murió pescado, sino bajo su voluntad, haciendo lo que le gustaba: saltar. Todo su esfuerzo, noches y noches de práctica no fueron suficientes. Mi amigo Pez saltó pero no cayó su último clavado.


Tuvo un funeral como todo pez. "¡OH! Pez que ahora te encuentras en un mejor lugar, quizás allá abajo en un arrecife, junto a tus amigos gozando de una mejor vida, para la que fuiste hecho. Este fue tu historia y tu destino. Sin duda, el Universo te depara un nuevo y mejor camino. Bendiciones y ten un buen viaje" lo solté de mis dedos, esta vez sí cayó en el agua y tiré la cadena.

perro

Cuando suenan las llaves de mi casa, Bayú se vuelve loco. Se sienta en frente mío, se va, vuelve y se sienta. Llora bajito.

"Llaves. Voy a salir. Voy a salir. Voy a salir. Sí. Por fin. ¡Amo te amo! Por fin. Estás caminando. A dónde vas. ¡A dónde vas! Vas a la puerta. Voy a salir. Voy a salir. Toma la cadena. Mi correa. Mi correa. ¡Tómala! Toma mi correa. Por fin, voy a salir a la  calle, voy a cagar, mear y molestar a los todos los perros. Mírenme, ládrenme, soy la envidia del barrio. Mi amo me saca a pasear. Voy a salir. Puerta. Reja. ¡Ya estoy afuera!”

O la otra, es en la mañana. Uno duerme plácido en su cama y derepente me despierto por un portazo, abro los ojos y veo a Bayu volando, en el aire, estirado, saltando sobre mi cama. Ama despertar a la familia por la mañana. Cualquiera que entre de la misma forma a mi pieza, de seguro me arruinará el despertar, pero él no. 

Estábamos los dos mirando el techo, él me mira y bosteza. Lo miro y bostezo. Me mira de nuevo y bosteza. Al mismo tiempo, me da bostezo y lo hago bostezar de nuevo. Me reía solo.