jueves, 26 de mayo de 2011


Me acosté. Cerré los ojos. Me imaginé todos los colores. Viajé. Distinguí las formas entre el negro y blanco. Todos los matices. El mantra no se detuvo. Una sola voz. El cuerpo sudaba y tiritaba. De estar acostado, me levanté y quedé sentado. Cuando sentí la lucha interna, empecé a seguir el ritmo con el cuerpo. El estómago se apretó. El cuerpo pedía vomitar. Mientras la gestora preguntaba cuánto te había entregado, cuánto le habías entregado, qué le tienes que entregar. El cuerpo se resistía. Entre flatos y saliva no puede. No pude devolverle nada. Olvidé mi cuerpo como si nunca lo tuviera.  Había cruzado un puente inimaginable para estar ahí. Sin preguntas. No habían. Después de todo era yo. Estaba ahí para pedir. Para saber. Como lo hacían antes.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Me está creciendo la barba y tengo el pelo más largo. El cigarrillo es una extensión de mi mano. La música, de mis oídos. No estoy porque no quiero estar. Pero cuando estoy, soy otro. Regalo abrazos, miradas, jugo, que al cabo, son esas sonrisas. Siempre trato de entregar más que palabras. Vuelvo de madrugada a mi casa, fumando un pucho estrangulado por la boca y mi cara arrugada por el frío. Un cuello de almeja y las manos bien apretadas dentro de los bolsillos de la chaqueta de cuero.

Estoy aislado de facebook. Nunca ocupé el twitter que me creé. La gente ya no ocupa el messenger o muy poca. Si no fuera por el cel, socialmente me hago polvo. Pero aquí estoy, de este lado de la red, en nada, viendo cómo pasan las días, tan rápido que me confunden. Aprovechándolos sin que importe lo de más. Escribiendo quién sabe qué. Sentado, pegado a la pantalla, reteniendo alguna idea. Perdiéndome un rato en las palabras, y más si no las tengo. 

Soy un oso polar invernando en las faldas de Santiago. Salgo a  cazar y siempre decido irme de vuelta a mi cueva de invierno. Como un viejo mañoso, me acostumbré a mi viudez. De una forma espiritual, claramente. En una prisión mental y espacial, capeada con películas, comida y té de hierba. Sólo hasta que salga el sol. 

Me mantengo tranquilo, casi estático durante horas. Despierto a escribir un sueño. Tomo sol y un té en la mañana. Leo. Salgo a caminar. No pierdo el momento en saludar a un viejito que sale a caminar al mismo tiempo. Cuántas arrugas, qué pocos dientes, cuánto esfuerzo para abrir los ojos y saludar de vuelta. Me siento bien. Vuelvo y escribo algún recuerdo de la infancia. Algo perdido que aparece por vez única. Lo que sea.

martes, 24 de mayo de 2011

Amo las flores

Escuchar Dave Bee me recordó el olor de la tinta que ocupan los zapateros para teñir el cuero de color negro (año 97). Claro, que lo ocupábamos para recargar los plumones y salir a rayar. Ya estoy viejo, pero aveces, de vuelta del mambo, caminando, me motivo y salgo con una Alien Montana color morado y le pongo un pituto fat cat. Juro volver a salir, pero a grafittear como en los viejos tiempos.

Escuchar

Me la dedico.

http://www.youtube.com/watch?v=bEhcXu4GMPs


domingo, 22 de mayo de 2011

Ver Zeitgeist

 http://www.cuevana.tv/buscar/?q=zeitgeist&cat=titulo

Documento mental: documental.


Ver cronológicamente los 3 documentales de Zeitgeist muestra la información necesaria para reconocer que estoy dentro de Matrix. Estamos dormidos, porque nos han hecho dormir. No somos un enjambre de pilas almacenadas en infinitos campos y dirigidas por robots, pero tampoco se aleja de la ciencia ficción. Es una lucha contra la familia mafiosa italiana. Para llegar al padrino, hay que sacar una red de matones antes que al cabecilla del crimen organizado. Si la economía y el dinero del mundo se reparte entre 10 cabecillas (Todos con esta conciencia: ver Zeitgeist), me imagino el camino a seguir. Zeitgeist encendió mi resignación en un principio, pero luego me dio la idea de crear mi propio sistema. Tiró los hilos, juntó las piezas y creó argumentos concretos, persuasivos y convincentes, sobre la verdad del (único) sistema en el que vivimos.

sin título


No quiero hablar de lo que pasa, pasó o pasará. No quiero ocupar muchas palabras. No quiero hablar si no es para hacer reír. No quiero hablar del olvido. Quiero celebrar los reencuentros. No quiero pensar más. Quiero hacer lo que me gusta. Quiero tomar la vida y hacerla mi trabajo. Quiero que una mujer conecte con mi cuerpo. No quiero que conecte con mi cabeza y corazón. Quiero estar acompañado. No quiero jurar ni prometer porque no quiero estar solo. No quiero quedarme con nada, porque lo entregué todo y así me lleno. Quiero mirar, leer, mostrarme frente a una persona y no a una pantalla. No quiero llamar y hablar. Quiero ver y tocar. Quiero decirlo todo sin palabras. Y cuando todo acabe, quiero una sonrisa. Quiero todos los días libres. No quiero dinero. Quiero una casa. Quiero que todo sea amor. No quiero sólo algunas partes. Pero no voy a pensar, calcular y ver si. Sólo iré con mi mejor cara.

jueves, 19 de mayo de 2011

Apagón en Montañita

Caminábamos por el atajo. Era de noche y las ranas croaban, cientos de ellas, todas al mismo tiempo. Para quien no sabe qué suena, es apocalíptico. Iba a pie descalzo, con short y polera, caminado con cuidado para no pisar ningún bicho. 

El atajo para llegar al camino principal es de 400 metros, por el medio de un terreno loteado, sin rejas, con una casa a medio construir al costado del camino. Las plantas nos llegan  hasta los hombros. Grillos, ranas, lagartijas, bichos con alas, si hasta nos pillamos una vaca. De repente, un apagón de luz en toda la ciudad de Montañita. "WOW" fue mi expresión natural y la de todo un pueblo, que escuché de lejos.

De no ver nada, después de unos segundos, miles de unas lucecitas volaban y se apagaban en el aire. WOWx3. En mi vida había visto una y tantas luciérnagas juntas. Se encendían por todo el campo. Una se prendió justo en frente de mi cara, iluminándola de asombro. También vi la cara de tomy, que estaba parado al lado mío. Sonreía como si ya conociera todo esto. Con las manos en la cadera, me miraba como si me quedara mucho por ver todavía, como satisfecho.

martes, 17 de mayo de 2011

El negro me dijo que lo apañara, que la minita le gustaba, y que dejáramos el auto en la oficina y nos fuéramos a pata. No estaba 100% convencido pero lo apañé igual. 4 lucas la entrada. "Yo te invito po perro" y yo dije "buena". Pero el negro no tenía efectivo, así que fuimos a buscar un cajero. Estaba terrible embalao con la minita, que a todo esto, era bien guapa y en verdad tenían mucha química. Caminábamos cruzando providencia, a la altura de "sucia". Llegamos al mc mierda de Lyon. Rayos. Maldito bajón. Yo ya estaba haciendo la cola por su macnífica en promo, mientras el negro buscaba un cajero. "Compadre, yo te invito algo a la vuelta" me dijo y respondí "vale sí". Salí del local. Íbamos de vuelta y el negro tramitaba con la minita, hablando mucho con las manos. "Es que hermano, la mina es así y hay cachao cuando…" y yo me cagaba de la risa. Paramos, el monito está en rojo. Yo miro y no veo nada venir, así que cruzo, pero el negro no cruza y yo paro. Monito en verde.
"Negro, hay que comprar puchos
"Y dónde wn"
"Ahí po wn, en el quiosco de la esquina"
"Cuál wn"
"Chucha negro, el que está ahí en frente" (a 3 metros, me estaba weando)
"Dale, saqué 10 lucas todas cagonas no más"
"Vamos por unos de 10 entonces"
"Vamos"

La chantada de un auto y el sonido de un golpe llamo la atención del público callejero. Un paco que estaba sacando un parte en esa misma esquina, corrió soltando un lápiz y el talonario. El negro estaba pagando y yo miraba desde el quiosco a la otra esquina, a 50 metros. La gente cruzó la cuadra para ver el muerto. Qué morboso. "Qué pasó, choque, atropello" me preguntó el negro. "Atropellaron a una persona" respondí. Del quiosco se asoma una cabeza que preguntó "¿atropellaron a una persona?". Chucha. Y salió de la cabina para ver. "No, no, qué mala wn, vamos, vamos, vamos wn" me dijo el negro que se alejaba.
Bajé porque el humo de un tercer piso me apesta, ahoga. Y ahí me quedé en la puerta, conversando con los guardias de las minas, el carrete y les pregunté "vieron que atropellaron a una persona" y uno de ellos dijo "sí, a un compadre, un cabro, 24 años, una lástima". Lo atropelló, creo, un Toyota de 3 puertas, del 95, carne de perro, blanco. Eran las 2:30 de una madrugada de Mayo en Santiago, providencia. El piloto de seguro iba con copete. Nosotros cruzamos 1 minuto antes del choque. Antes de entrar al local, el negro me dijo "Chucha wn, ese pudimos haber sido nosotros wn".

sábado, 14 de mayo de 2011

En algún momento


Corro por un bosque de eucaliptos. Árboles grandes con hojas largas y puntiagudas que cubren los costados del camino principal. Sobre tierra, tomo una curva. La espesura de las copas filtra la luz de una tarde roja. Paso dos casas de dos pisos, de ladrillos grandes, gastados. No tienen techo. Están desabitadas hace siglos. Mis piernas corren enajenadas. Vuelvo la vista, voy siguiendo a dos niños que corren mirando hacia atrás. Un gigante nos persigue y con cada paso corta el tiempo y los sonidos invasivos. Es como una masa que avanza y muta y arrastra todo a destiempo. El agua cubre el bosque y se acaba el camino. El tope es un muro hecho de árboles completos. Nos subimos a la parte más alta. Esto no va aguantar. Soporta unos minutos. Uno de ellos se cae al agua y el otro se lanza a rescatarlo. Sé que no va aguantar. Escalo, me paro en la parte más alta de muro. Mientras el agua sube, salto a las ramas de un árbol vivo y me afirmo de ellas. Se escucha una roca gigante bajar cerro abajo. No es como lo imaginaba. La veo venir, el agua choca de frente al árbol, a mi espalda, y por los costados estallan las burbujas y sólo pienso en que soy parte del árbol. Aferrado y sin aire, creo ciego ante el odio de mis dioses griegos.