Hoy jugué a la pelota con mis amigos. La mamá de un de ellos dirige un colegio y nos presta la cancha todos los domingo.
A penas entramos, sacamos la red de voleivol, colocamos los arcos y a prepararse. Me saco las chalas y la polera, ando con shots azules. Me pongo las calsetas y las tillas y a pelotear.
Somos 10 en cancha y siempre llevo dos poleras: rojo o color (selección chilena del 98 nº 9) vs blancos. Así elijo con quien jugar.
Voy a buscar la pelota. Trato de dominar un poco pero no me sale. Estoy tieso. Juego a la pared mientras los otros se alistan.
Miro la pelota y le pego, intentando hacer un gol al ángulo.
Sobre cada arco, hay una cesta para el basketball.
Desde el otro lado de la cancha la encesto. ¡UOH! Gritaban. Hasta saqué aplausos.
Al principio, jugamos y llevamos la cuenta por la diferencia de goles. Es decir, uno arriba, dos, tres, etcétera. Si vamos 5 arriba y nos hacen un gol, quedamos 4 arriba y así.
Llevamos el partido 5 arriba (rojos), nos hacían un gol y metíamos otro al tiro. Hasta que nos empataron y quedamos a cero. Unos 40 a 50 minutos buenos: corriendo y calculando, armando y dando buenos pasas. Sin parar de moverse.
Paramos. Agua. Está bueno el partido. Todos están aperrando. Vamos al baño. Me mojo la frente, me limpio los párpados, la nariz. Hago gárgaras. Me mojo el pelo. Tomo poca agua por el enguate.
Entrando a la cancha ya estábamos todos reunidos de nuevo. El seba me mira y me ve con la pelota en los pies. "Oye pero la que hiciste no te sale nunca más po wn" me dice.
Pensé en que la encestaría. Antes de ponerme a pensar si entraría o no al cesto, volví pensar que sólo la encestaría y sentí la confianza, la capacidad de un profesional que sabe que no se va equivocar.
Miré y le pegué. La pelota rebotó en el borde de madera, lo que configura como todo el “arco de basketball” y entre unos rebotes extraños, la pelota encestó.
El seba se acercó y me dio esos cinco. Risas. Me rei.
Lo último sucedió en algo así como en un segundo.
Lo último sucedió en algo así como en un segundo.