No viví el golpe militar. No soy de derecha ni de izquierda. Señores políticos: ESO YA NO FUNCIONA PARA LA CIUDADANÍA ACTUAL.
No acepto, y nadie debería, el asesinato. Pinochet nunca pidió disculpas. "No se mueve una hoja sin que yo lo sepa" su frase lo delató. Si fue católico, pobre. Me imagino el primer encuentro con Lucifer.
Ayer, en el 8 piso, en el depa del chino, hicimos un asado. Vive en La Reina con vista a Peñalolén. Era como estar viendo una peli, la ciudad nublada, oscura. Pero de pronto, una luz iluminaba las calles como si fuera un flash gigantesco. Recorriendo la ciudad, retratando los momentos que quizás nadie quiera vivir. Bengalas, nubes de humo que suben al cielo. Uno que otro disparo se escucha. Ambulancias, sirenas.
Hace años que el panorama no era tan tranquilo. En el 90 o en el año 2000, no me dejaban salir de la casa.
Hoy es 12 de septiembre del 2010 y llueve. Día frío. Perfecto para un luto de película, dentro de un casa con poca luz, un par de velas y el ataúd en medio del living. 4 o 5 personas quietas en sus asientos, incómodas pero comprometidas, velan al muerto. La viuda, de negro, con velo, guates y un pañuelo negro para secar las lágrimas negras sobre un ataúd sin cuerpo.
Me es imposible NO imaginare el día siguiente al golpe, las calles vacías, muertas. Una que otra persona que no camina, ni trota, sino que corre a su destino. Todo cerrado por la incertidumbre que vuela en el aire polvoriento, húmedo de la capital santiaguina.
Familias enteras reunidas en sus casas, en silencio. Vista perdida. Manos juntas. Todos iguales. Hombre y mujer, grandes y chicos. Todos pensaron que el cine era más hostil, mostrando imágenes de las guerras en occidente. La realidad siempre va ser más cruda.
Nací en el último cuarto de la dictadura, gobierno militar, como quieran decirles, a mí me da igual. Me quedo con los hechos y con la historia también.
El día en que otro gobierno salga a matar gente, la sangre misma de las venas de un cuerpo llamado Estado, que viole el honor llamado patria, yo seré uno de los primeros en pintarme la cara como Guevara, tomar a mis comensales, homólogos idealistas, activista, para salir a la calle a matar antes de que me maten a mí o a mi familia.
Antes, no.
Me gustaría saber qué piensa mi generación.
Quieren saber qué piensa la juventud.
La juventud piensa esto.
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