La obra de teatro “Hijo de pobre” es un espectáculo que apela a un reencuentro con la magia y la niñez de los espectadores. El montaje se adecuó para los actores como para las marionetas, permitiendo una fluidez en la actuación de todos los personajes. La obra cumple con la función de entretener, sorprender y renovar la experiencia de ir al teatro a ver algo nuevo.
“Hijo de pobre” es una obra teatral que utiliza un recurso algo olvidado en los escenarios del país. Es una propuesta interesante, atractiva a los ojos del espectador, que al entrar al teatro, sólo ve dos personajes en escena. Al momento de prender las luces y ver que son dos actores y tres marionetas, el espectáculo toma otro carácter: el de ver a pequeñas personas de medio metro, reencarnando dolores, pensamientos, frustraciones y sueños. La dinámica que existe entre el actor y la marioneta, es clara. Cada actor está vestido con la ropa de la marioneta, por lo tanto no se oculta a quien anima a estos pequeños personajes. Lo que sí dificultó esta dinámica, fueron los momentos en que el actor se desligaba de la marioneta para entrar en escena. A estos momentos, es faltó sutileza. Quizás tomarse medio segundo más, para salir y entrar en los respectivos personajes.
La escenografía fue un acierto para el desarrollo de la historia. Cada lugar fue utilizado en su totalidad, creando espacios nuevos a lo largo del cuento. Partiendo por la casa con techo de lata, donde dormían dos marionetas en una sola cama. También la pequeña rampa que se interpretaba como un cerro, y luego es abierta para dar a conocer una mesa, en donde una de las marionetas alegaba, ebria, por la pérdida de un bien (la vaca) relevante para uno de los personajes. Para ser espacios tan pequeños, los actores como las marionetas supieron aprovechar todo el espacio, dando más de una dimensión a un mismo recurso. Sin embargo, en algunos momentos, los actores se vieron incómodos maniobrando los muñecos. A pesar de lo bien que se ocupó el espacio, falta un poco de soltura y más sincronización, para no dejar ver la incomodidad del momento.
La obra teatral “Hijo de pobre” es un espectáculo entretenido para la vista, tanto como para adultos como para niños. Sorprender ver a los marionetas recreando penas humanas, maldiciendo o tomándose la cabeza mientras dicen algo. Sorprende desde el minuto en que entran a escena. Sin duda es algo nuevo que hay que desarrollar con más profesionalismo en el teatro chileno, que en cada espectáculo se busca una propuesta nueva.
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